El sol desesperado


Pero qué ocurre

con tu esqueleto sin intervenir:

aquí está occidente cocinándose

en su agonía sucia, pero indemne todavía

a la espina iluminada

que le clavaste en su costado.

Qué tal entonces una instantánea resurrección

regresado a tus ojos azules

y a tu pierna perdida

y venirte a bailar un rock con los muchachos.

Sería bueno que trajeras algo

del sol desesperado que devoraste en África

y la cólera de tu chispa de oro

para alumbrar la danza de la nueva vida.

Venite a darles respiración sublevada

contra el viejo desierto,

ayúdalos a robar el fuego, a reventar el Super Shopping

y expulsar del planeta a sus altos funcionarios

con exactas escupidas

en la plena mentira de sus ojos.



Joaquín Gianuzzi, Llamando a Rimbaud


No hay comentarios: