
Murió nonagenaria, en uso de sus facultades, dejando viudo a su esposo centenario, el escritor Noé Jitrik, a quien encomendó la ciclópea tarea de reunir en libro un grueso disco rígido, cargado de textos fragmentarios en los que quiso decir un imposible, la música. Como ya no se producían libros, el viudo hizo girar el disco a una velocidad aglutinante, logró la unidad de los fragmentos y lo lanzó al espacio.
Tununa Mercado, Nota póstuma para una enciclopedia más allá del 2000
en Primer Plano (18 de abril de 1993)
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