Entró en la muchacha como quien entra en sociedad. Extasiado, solemne, fulgurante y esplendorosamente investido de una ceremonial fantasía del gesto, maravilla perdida de la adolescencia miserable.
Constató, además, un hecho importante en nuestras latitudes: la muchacha no era inexperta, circunstancia que provocó en su mente enfebrecida, transportada, una momentánea confusión. Fue, por un breve instante, como si se hubiese extraviado.
Juan Marsé (Fragmento)
Últimas tardes con Teresa, 1966
No hay comentarios:
Publicar un comentario