Fotos



En la foto me miraste –o me estabas mirando, no sé– y yo me fui a la edad media, pero sólo hablo de los ojos porque lo demás sí estaba intacto de tiempo o de nada. Y no tenía un vestido, sólo tenía mirada y algo se rompía, algo que no era vidrio y no eras vos. Pero se notaba en las telas que nos cubrían los edificios. Y así como estábamos, cubiertos hasta los manteles, te reías. Éramos ciudades y no pensabas disimular. ¿Y los invitados? Que se fueran a buscar lluvia en el subsuelo mientras tu boca desplumaba mi edad media. Y los tenedores se morían de ausencia. ¿Por qué? porque me miraste y me fui a otro momento. Entré a una casa de colchones y salí de noche. Imaginate. Yo no tenía vestido, pero sí almohadas y mesitas de luz. Y vos tenías una línea punteada alrededor. Entonces me fui de la noche. Me fui con los invitados al subsueño. Y empezaste a tocar las puertas de mis casas. Querías entrar. Pero una ciudad no entra en las casas de otra, tal vez en algún parque o museo, pero no en las casas. Y te sangraron un poquito las calles. Otra vez era de noche –no iba a ser tan simple irse siempre– y yo no encontraba la foto. La había perdido en la casa de colchones. Pero como en la foto me estabas mirando, me fui a la edad media, pero esta vez tenía un vestido y una ciudad sin edificios – en los ojos.



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Timbre. Hola, quién es.

Bajo.

No creer. Toda la habitación con partes rojas, partes de caras, de fiestas. Y ella casi nada. Con dientes. La ella y su dentadura por dormir. Sin hablar desde ayer al mediodía. Su vos reciente.

Y cuando subí yo ya no estaba.



por Tali Waiss


1 comentario:

María José Imperial Pelaggio dijo...

Me gusta la primera parte, mucho.

Besos.