Desterradero de identidades


Todo exilio es desgraciado en tanto significa -como se ha dicho- un desterradero de identidades. No voy a repetir lo que significaba como sanción para los griegos, esa dislocadura de un hombre perdido para su comunidad y para sí mismo. Lo dijo Martín Fierro: “es triste dejar sus pagos/ y largarse a tierra ajena”. En mi caso el hecho de haber salido muy joven, con 23 años, le dio al hecho un vuelco en un sentido de intercambio, solidaridad, diálogo, aprendizaje. Esto lo conversé bastante con un exiliado emblemático, Augusto Roa Bastos, quien muy joven debió dejar el Paraguay. Decía que había ganado en experiencia, algo que no se le había dado luego como exiliado “diplomado”. En el mismo sentido, Cortázar instaba a trocar la diáspora en ágora, convertir el exilio en una “violenta y hermosa fuerza”. El destierro fue también un espacio de lucha, de denuncia contra la Junta Militar. El tema está en el poema “Exilio” y en muchos de mis textos; hay que tener en cuenta que el poeta se mueve en los márgenes y escribe desde el reverso del idioma; hace sus preguntas con una pierna colgando en el vacío…



Jorge Boccanera

en una jugosa entrevista de Osvaldo Picardo

robado gentilmente del blog de La Pecera


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